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martes, 1 de septiembre de 2015
Tú, porque amas
Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.125-
Bianca Stone
Poetisa y artista visual nacida en Estados Unidos, en 1968. Es autora de varios chapbooks como I saw the devil with his nedlework . Su primer libro es "Someone Else's Wedding Vows". Nieta de la famosa poeta Ruth Stone, es editora de Monk Books, una imprenta que publica ediciones limitadas de poesía y arte. Sus poemas han aparecido, entre otros, en Best American Poetry 2011, Conduit, Crazyhorse and Tim House. También ha ilustrado una traducción que Anne Carson hizo de Antígona, en el 2012. Parte de su trabajo ha sido traducido a diversos idiomas.
"Por eso vivimos, y por eso
lanzamos globos a la atmósfera
a los que atamos mensajes que dicen:
nada malo puede tocar la vida
que todavía no he imaginado"
TÚ, PORQUE AMAS, TE DERRUMBAS
Hoy tienes el pelo precioso.
Esto es una caricia microscópica en una fiesta.
Es el desvanecerse de los muertos.
Es llegar a casa
con tu corazón de gorila en completo desorden.
Es sentirse como un barco de vapor
meciéndose en el muelle a medianoche,
un merendero soportando
el viento. Pero es también la vida levantada
por tus manos torpes,
tu cerebro que se enciende
cuando ves una mujer hermosa
comiendo frutos secos en la oscuridad de un bar.
Tienes la cabeza dividida en dos por un arroyo;
cada hemisferio, embrujado y divino,
viene de tus profundidades (aquel asunto tuyo,
la voz de tu dolor, tus dibujos animados).
Los padres locos y ausentes
engordan una hoguera
con sus ventosidades,
y tu pesado cuerpo se levanta y marcha.
Se trata de empezar una frase diciendo
nunca le he contado esto a nadie.
Y tú estás, hambrienta y espantosa,
al borde de la tierra,
donde aguardan los muertos,
y donde ellos, en el bullicio
de un vórtice de colchas y raíces,
escuchan todavía;
quieren que se los ame,
quieren que se los recuerde
de manera adecuada.
Somos nosotros mismos
los que nos llevamos hasta el rí
y nos alimentamos de café y de explosiones
de opiáceos propagados por el aire.
Se trata de polvo de hueso, un puñado de menta,
las obras reunidas de Dante
que lo cubren todo de madera castaña.
Es la imagen nítida
de alguien detrás de ti, que se parece a ti
pero que puede hacer que las moscas
se le posen en los dedos.
Es el nervio óptico
reflejando sin fin a tus amigos.
Es tus amigos preparándote una tarta inmensa
rellena de higos y de mirlos,
trazando halos con las manos
y hablando honestamente,
poniéndose sensibles.
Es salir del bar con ellos.
En el taxi, de camino a casa, os acostáis los unos
en los brazos de los otros.-
CONDUCIENDO EL COCHE NUEVO
Huerto, una palabra hermosa que guardo en mi interior,
como la palabra Medusa y la palabra Chimenea.
Miré el espejo esta mañana y descubrí mi edad
como el temblor de un lejano recaudador
de fondos. Mi cara
derramada en un cristal, mis mejillas como barcos
en llamas a lo lejos.
Este mes tú y yo nos habíamos prometido
no beber, pero hoy tengo resaca.
Imagino un pequeño escenario dentro de mi cabeza
donde realizo exactos ejercicios homeopáticos,
los sistemas cerebrales como manzanas silvestres,
la luna, con el pulgar mojado,
borrándose a sí misma.
El coche está tan limpio que me asombra que sea nuestro
Tu padre le ha cambiado los limpiaparabrisas
y los frenos antes de meternos a nosotros dentro,
dos tímidos gigantes, cada uno en su barcaza.
Conducíamos hacia la ciudad
llena de vanidad y de miedo.
Tu mano
en mi pierna. Cuando era niña siempre había
bolsas de McDonalds en el suelo.
El perro dormía en la ventana
de
atrás.
Cuando nos fuimos colina abajo
mi hermano o yo tiramos del freno de mano
y esperamos a que mamá -la señora de los dulces
que fumaba afuera, junto a la ventanilla-
regresara.
El coche siempre fue
una extensión de ella misma: padre, embarcación,
los cinturones pegajosos y nunca abrochados.
Durante toda la noche le grité a mis amigos
del instituto,
me quedé
en la vieja cafetería. Tambien yo podía ver que,
a lo lejos,
el mundo se acababa
entre oscuras explosiones de plumas.
Cuando me desperté
llevé despacio el coche entre los bloques,
buscando un nuevo aparcamiento,
y vi el camión de basura
pasar
como un dinosaurio rápido y estúpido
que solo comiese basura.-
Bianca Stone
Traducción de Juan Fernández Rivero
Imágenes: Pinturas del artista de Bielorusia Marc Chagall
quiquedelucio@gmail.com
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