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viernes, 11 de septiembre de 2015

Delirio


Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como  un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.





                                                                                                 Zahylis Ferro

Poetisa y editora cubana nacida en Pinar del Río, en 1983. Reside en Estados Unidos desde el 2002. Graduada de Periodismo y Comunicación Social de Emerson College, universidad especializada en temas de comunicación con sede en Boston, Massachussets. Colabora con artículos para el periódico NeoClub Press y para diversos medios informáticos, y como editora para Latín Heritage Foundation. Ganadora de la Primer Mención en el Concurso Internacional de Poesía Lincoln-Martí con la obra "Con el recuerdo a cuestas".


                                                                                   "Salía a veces por la mañana
                                                                                    en el jardín desierto
                                                                                    donde el mismo fruto se separaba
                                                                                    de la misma rama rodándose a mis pies"




DELIRIO

Pon la mano en el fuego que no quema la lumbre.
En el humo se mece un aliento ancestral,
y la flor en la rama que echó por tierra el viento
es sólo un esqueleto de olor y vanidad.
El camino que sube habrá de bajar pronto.
El destino que andamos no nos puede arrastrar:
Aquí tengo la risa.
Aquí rompo el silencio.
Aquí guardo el suspiro que me hace respirar.
Y al final de la hoguera
que incendia los recuerdos
una nube de polvo se quiebra sin cesar.
No es culpa de la muerte,
ni tampoco del viento.
Escucha su susurro.
Hace tiempo no está.-


A PRECIO DE IMPOSIBLE

Esa luz de tu pelo puede ser una estrella,
o quizás las estrellas son pedazos
de luz que aprisiona tu pelo.
Parecería que todo el cielo
se ha reducido a tu cabeza
y ya nada ilumina como tú,
En esta noche en que todo oscureció
más temprano
y amenazó con venirse abajo el cataclismo.
Muchos han venido para ver tu luz
y se han quedado dormidos sobre el piso,
en posición de espera.
Ahora ya nadie entiende el juego de la gallina ciega,
porque hasta las vendas tienen ojos,
y aún así no hemos podido despejar
la tiniebla que nos enreda
el paso.
Alguien me ha ofrecido tres veces en oro
lo que pesa tu cabeza y le he dicho que es muy poco.
Estoy pagando a crédito lo que cuesta esta noche,
de otra manera no sé,
no hubiera podido comprarla.
Y es que nadie supo al venderla
que esta noche sería eterna,
como lo fue aquella otra,
hace más de medio siglo cuando te
conocí.
de alguna forma extraña pude ver la luz de tu cabeza
en la mañana, a plena luz de sol,
a pleno sol de día.
No hay nada bajo el cielo que pueda
compararse con mi noche,
ni dinero alguno capaz de comprarla.
Esta noche, tu cabeza y tu luz,
creo que siempre han sido míos.-



CON EL RECUERDO A CUESTAS

Ahora estoy seguro que fue buena idea
haber plantado las fotografías.
La luvia ha caído desde la mañana
sobre el huerto seco,
y sé que muy pronto comenzarán
a retoñar los lirios, y la hierba trepadora,
y las fotografías que hace solo unos días
plantamos en el centro del cantero.
Nadie supo decirme qué clase de planta
saldría de semejante semilla,
pero anoche soñé que sería un árbol.
Tan grande será y con tantas ramas
y hojas,
que si el árbol genealógico fuese
en verdad un árbol
con seguridad sería este.
Tendrá cuerpos y caras y sonrisas,
y un manojo de voces y palabras
que nos lloverán encima
cuando cada tarde vayamos
a contarle nuestras nostalgias.
Cada fotoserá más que una vida,
más que un pedazo inmóvil que acorraló el papel.
Cada foto será lo que hubiera seguido siendo
si quedase atrapado el momento infinito
donde siempre se empieza a soñar
y dejamos de ser eternos.
No nos librará del cansancio, ni de la tristeza,
y mucho menos del afan impetuoso
de ocultar nuestras canas en cuanto sopla el viento.
Pero bastará con salir al huerto
para que el ave cambie su destino
y la memoria nos arranque sonrisas
al llorar a nuestro hermano muerto.
Y si algún día viniera la tormenta,
y se ahogara la hierba, los lirios y el cantero,
sé que bajo del agua lleva los recuerdos más viejos.
Y no quiero pensarlo,
pero si un día cambiásemos de casa,
cambiásemos de clima, de claridad, de suelo,
y el árbol fuese demasiado grande
para llevarlo a cuestas,
arrancaremos unas fotografías de sus hojas
y nos iremos, con los ojos cerrados,
a plantarnos recuerdos
en cualquier otra tierra.-



                                                                                     Zahylis Ferro



Imágenes: Pinturas del artista contemporáneo Pier Toffoletti.




quiquedelucio@gmail.com

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