Luis Fernando Afanador
Poeta , narrador y catedrático colombiano nacido en Ibagué, en 1958. Es abogado con Maestría en Literatura. Fue profesor en las Universidades Javeriana y de Los Andes.. Ha publicado: "Julio Ramón Ribeyro, un clásico marginal" (1990), "Extraño fue vivir" 20039, "Toulose-Lautrec, la obsesión por la belleza" (2004), "La tierra es nuestro reino" (2008), "Amor en la tarde" (2009), etc. Fue finalista en 1996 del Premio Nacional de Poesía. Es colaborador habitual de varias revistas colombianas y crítico de libros.
"Ser pasajero de tercera
en el viejo y último vagón
de un confortable tren
que va directo hacia el abismo"
AMARCORD
En toda infancia
hay una mujer perturbadora
Amigos cómplices
Un cura lascivo
Una familia odoada
Profesores ridículos
Entrañables
Padres desatinados
Autoridades lamentables
Plazas
Estaciones
Nada extraordinario
Pero todo tan bello
Tan grandioso
A la luz de los recuerdos
Que un trasatlántico
De repente
Puede iluminar la noche
Mas que las estrellas
Pobre de aquel
Que no hizo de su infancia
Una leyenda.-
ACORDES Y DESACUERDOS
En Chicago y Nueva Jersey, en clubes nocturnos,
en sitios clandestinos,
durante los deprimidos treinta,
tu guitarra sonaba prodigiosa
Eso cuenta la leyenda.
Que le agrega un inevitable "bebedor y jugador".
Con un toque exótico:
te gustaba matar ratas en los basureros
y ver pasar los trenes.
De todas las mujeres que dejaste ir
sólo una te dolió. Hattie,
la mudita, que te quiso de verdad
y se emocionaba al escucharte.
Porque así era.
Tu música conmovía los corazones
Aunque nunca lo creíste y sufrías:
en Francia había un guitarrista mejor,
el gitano Django Reinhardt.
Te torturaba Django Reinhardt.
Si a leyenda es falsa, tu vida fue una broma.
Si es cierto, fue una pesadilla.
Broma o pesadilla, fue una historia triste.
En los sueños de un artista
siempre existe un Django Reinhardt,
un fantasma verdadero.-
EL HOMBRE QUE AMABA A LAS MUJERES
Tu credo fue sencillo: amarlas a todas
en la medida humana de tus posibilidades.
A ésta
por su espesa cabellera roja, a aquella por sus piernas,
sus delicados hombros,
su mirada miope, su timidez o su ternura
de heroína de novela rusa.
Las amaste tal y como eran. Sin mentiras,
sin falsas promesas de
novio o de marido. Por eso la urgencia de tus peticiones
y de tus gestos limpios
nunca tuvieron un rechazo.
Tu credo fue sacrílego en un mundo que ama
las generalidades,
las palabras elocuentes, las buenas causas,
las mentiras.
Para qué explicarles a los necios
la felicidad de los detalles.
Las amaste a todas, incluso
a la que corría con el pelo al viento
doblando la esquina
y te causó la muerte.
También ellas te quisieron.
Y, aunque no lo sepas,
llegaron puntuales a la última cita.
Como fieles sacerdotisas,
te velaron en la forma debida.
Llegaron por montones,
venían del pasado, cada una con la flor de un recuerdo feliz.
Algunas, antes de la entrada al cementerio,
apartaron a sus hombres.
Porque
de eso se trataba: un funeral exclusivo de mujeres.
Nunca lo sabrás, pero te lo digo:
en el instante de la verdad
en que la tierra cae sobre el ataúd
desfilaron una a una y desde abajo
sus talones fueron de nuevo "los compases que circulan el planeta
dándole equilibrio y armonía".
Cuando ya te ibas, te acompañó la vida.
Las mujeres que son la vida.-
EL EXTRANJERO
Desde tu ventana ves pasar a una familia
que va a misa.
Es otro mediodía caluroso y monótono en Argel.
En un instante has entendido todo:
estás fuera
Nunca podrás tomar en serio
el espectáculo del mundo.-
ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO
Mi gozo es la tortura de esperar
Te acaricio beso tus labios
Toco tus piernas tus pechos
Nunca seras mïa
Hay un velo de sangre entre los dos
y yo cargo un costal a mis espaldas./
Luis Fernando Afanador
Imágenes: Pinturas del artista ruso Wassily Kandinski.
quiquedelucio@gmail.com
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