Duodécimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos seleccionada por el escritor Quique de lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 10.000 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 3.055-
Marcela N. Rodríguez
Poeta, narradora y periodista de Ecuador, nacida en Guayaquil en 1978. A los 19 años ganó el Segundo Lugar en la V Bienal de Poesía Ecuatoriana, Ciudad de Cuenca. En 2010 ganó el Primer Lugar del mismo concurso con el libro"No hay que dar voces", editado en 2011. Aparecieron sus cuentos en la antología de narradores ecuatorianos, una de ellas , editada por Dinediciones publicó su cuento "Todos los juguetes". Ha sido reportera y editora en los diarios Expreso, El Telégrafo, y viajó a Argentina donde hizo periodismo. En España editaron su novela: "Pedro Máximo y el círculo de tiza". Publica con regularidad en las revistas Soho Ecuador y Mundo Diners, entre otras.
"Su extravío empezó el día
en que lo llevé a ver las gaviotas
fue cuando me pidió que volásemos
juntos, escudriñé su rostro, su cuerpo"
VOCES
Rindo un tributo en honor a mis diosas.
El universo que todo lo contiene,
sus lágrimas,
sangre salida de sus útros antiguos
caen en densas capas hirientes
que bebo a largos sorbos,
intentando alimentarme
de su inmortalidad.
Lo femenin me puebla
como una gota
a la tormenta,
un respiro al jadeo,
la muerte al abismo.
Soy el alfil minúsculo,
la microscopia en sus manos.
Dios nos alejó su aire de varón
y ns hizo rezagos de lo que más
temía:
la libertad.-
II
Reina ciega de los velos blancos
estoy muerta bajo el plvo de tus dedos
el metal de tus pálidos pechos
Quiero ser profunda como tu hendidura
y austera como la inmensidad de tus deseos
Tu saliva es la cama del hospital que me ata
tus movimientos delante de mis huesos secos
son el teatro perfecto para una madrugada
silente
tu sonrisa de Artemisa se quema en la hoguera
de mil espasmos eclipsados por la luna
Huelo la carne que arde a través de tus
agujeros oscuros
diseñados por el autor del deseo
El Dios que me acaricia la piel con la vista
y se hace mujer
en tus ojs de infierno.-
III
del
témpano helado
que debe ser el cielo
Nosotros somos una hilacha
de esa luz infinita
y mínima como un asesinato.
Nos cubrimos el cuerpo con nuestras
débiles
manos y aullamos de alegría
en nuestra paz.
Luciérnagas imquisidoras vuelan en
cruces
sobre mis despojos sueltan
su música sombría
pordioseras en su cervi,
arrogantes en sus miserias
Tus delirios me hincan los ojos,
me mierden las manos
salpican en mis pupila su suciedad
alada
hunden sus picos en mis pezones
no me dicen su nombre ni su edad.
Son seres salidos de mi memoria
que traen tu mensaje, tu voz a lo lejos
tus pelos largos revolcados
en el lodo de enero.
Me halan los párpados
su aleteo me persigue y me adormece
Me dejo llevar por su suicida
incitación
a la cúspide de tu locura.-
IV
Somos la inmovilidad
Somos la inmovilidad
seremos instrumentos que pervierten
los sagrados segundos de la
monotonía
invasoras de oídos ajenos,
de lenguas y apareamientos
Nos hará falta sólo la luz
de nuestras cuevas
para desbrozar el camino
que lleva a los pliegues secretos.
Serán los mausoleos y las casas
de las hormigas
el mejor escondite para besarnos
en días de lluvia
y en noches de viento.-
Marcela N. Rodríguez
Imágenes: Pinturas de Romína Ressia.
Blog auspiciado por Canadá Cultural Center of Montreal
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