Para quienes no lo sepan, Martiniano Carmona era, allá en las postrimerías del siglo diecinueve, uno de los políticos más respetados de mi pueblo. Se dice, pero quién sabe, que fue hombre decente, incapaz de una agachada. Quizá demasiado enérgico, es verdad, pero así era como cuadraba en la época. Durante toda la vida resultó hombre de Alem, y como tal viajó a Rosario para sumarse a la revuelta de setiembre. Su decepción fue grande. Los que debieron apoyar aquella gesta finalmente no lo hicieron y el asunto terminó en fracaso. "Los cuestionamientos morales de estos cagatintas nos van a llevar al abismo" -se dijo en voz baja en alusión a Irigoyen. Alguna cuestión lo retuvo en la ciudad durante una semana, y después sí, pegó la vuelta.
De nuevo en el pago, don Martiniano comenzó a sospechar que la hora había llegado. Se terminó de convencer la mañana en que le trajeron la noticia que su líder se había pegado un tiro dentro del vehículo que lo conducía al club El Progreso. Carmona no lo dudó y decidió escribir, también él, algunas cartas que serían, a la vez, una suerte de despedida y de testamento político.
La primera fue para Matilde, su mujer. Le pedía perdón por algunas infidelidades, por cierto malos momentos que se habían propinado, y le agradecía con tono melancólico los siete hijos que compartieron. Las cartas siguientes serían, precisamente, para los siete hijos. Cuando iba por la segunda, lo ganó el sueño, de modo que decidió dejarlo para el día siguiente.
Carmona se fue despidiendo lenta, parsimoniosamente, de cada uno de sus hijos, de sus amigos, de sus colaboradores más cercanos, de sus compañeros de comité, de sus aliados y también, porque era hombre generoso y le gustaba que los demás lo notaran, de sus enemigos políticos, aún los más enconados. Escribió de mañana, de tarde, durante las horas secretas de la madrugada. De lunes a lunes, sin descanso, aunque también supo hacerse de un tiempo para disfrutar de sus nietos, especialmente los domingos, después del almuerzo y antes de la cancha de pelota.
La muerte lo sorprendió una noche de agosto, al cabo de la cena, cuando se disponía a escribirle algunas líneas de despedida a cierta mujer que había conocido en Rosario diez años antes, precisamente el día en el que Alem cayó preso. "Aneurisma" -certificó el médico.
Las cartas y el testamento político de don Martiniano Carmona, compuesto por 24 tomos, dos de agregados y un índice general (que debemos al desinteresado aporte de uno de sus bisnietos), con encuadernación curtida a flor y puntas en piel, descansan ahora en la biblioteca del pueblo, a salvo de historiadores y curiosos
Miguel Angel Morelli
Miguel Angel Morelli: (Coronel Suarez, 1955) Poeta y narrador argentino. Es autor de los libros: "Piedra blanca sobre piedra negra" (1984), "Los signos de fuego" (1989), "Fragmentos de un cielo impenetrable" (1998), "Despojos" (2010) Ediciones Tiempo Sur. Colabora con distintos medios del país.
Imágenes: pinturas de Clorindo Testa.
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