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martes, 28 de mayo de 2013

El Iris

                                                                 Louise Glück    

Poeta estadounidense nacida en Nueva York en 1943. Asistió a la Sarah Lawrence College y a la Columbia University. Figura relevante de la poesía contemporánea con títulos como: "Firstborn" (1968), "House on the Marshland" (1975), "Descending Figure" (1980), "Ararat" (1990), "The Wild Iris" (1992), etc. En 1994 reunió sus ensayos sobre poética bajo el título "Proofs and Theories". Recibió, entre otros el Premio Pulitzer 1993, el Premio "Academy of American Poet´s Prize"  y la Medalla al Mérito MIT. Actualmente ocupa la cátedra de Literatura en la Universidad de Yale.


                                 
                                       "el cielo era rosa y naranja,
                                       más viejo porque el día había terminado.
                                       El día proyectaba sombras de roble
                                       sobre el pasto verde"



EL IRIS SALVAJE   poesía de Louise Glück

Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.

Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.

Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.

Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:

del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.-


LAMIUN

Así se vive cuando tienes un corazón helado.
Como yo: entre sombras, arrástrandose sobre la roca fría,
bajo las copas inmensas de los arces.

El sol apenas me alcanza.

A veces, al comenzar la primavera, lo veo elevarse a lo lejos.
Luego crecen las hojas sobre él, hasta cubrirlo todo.
Siento su brillo entre las hojas, vacilante,
como quien golpea un vaso con una cuchara de metal.

No todos necesitan de la luz
en igual medida. Algunos
creamos nuestra propia luz: una hoja plateada
como un sendero que nadie puede recorrer, un lago de plata
poco profundo bajo la oscuridad de los arces.

Pero esto ya lo sabes.
Tú y aquellos que piensan
que viven por la verdad, y en consecuencia,
aman todo lo que es frío.-


MAITINES 4

¿Qué es mi corazón para ti
si debes romperlo una y otra vez
como el sembrador que pone a prueba
sus nuevas especies? Experimenta
algo más: cómo puedo vivir
en las colonias, como a ti te gusta, si me impones
una cuarentena de dolor, apartándome
de los miembros saludables de
mi propia tribu: eso no se hace
en un jardín, apartar
la rosa enferma; permítele ondear sus sociables
e infectadas hojas
de cara a las demás, que los minúsculos áfidos
brinquen de planta en planta, probando de nuevo
que soy la más iname de tus criaturas, la que sigue
al floreciente áfido y al rosal trepador. Padre,
como agente de mi soledad, alivia
al menos mi culpa, levanta
el estigma del aislamiento; a menos
que sea tu designio fortalecerme
otra vez, como fui
fuerte y plena en mi infancia equivocada,
bajo la leve luz
del corazón de mi madre,
o en el sueño,
el primer ser que nunca moriría.-


                                                           Louise Glück





Imágenes: pinturas del artista estadounidense Beauford Delaney (1901-1979)



Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda
la Palabra"
quiquedelucio@gmail.com
twitter@quiquedelucio





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