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miércoles, 8 de agosto de 2012

Viéndolas llegar

                                         Alberto Rodríguez Tosca, poeta cubano nacido en Artemisa, La Habana en 1962. Es también ensayista y narrador. Ha publicado "Todas las jaurías del Rey" (Premio David de Poesía, 1987), "Otros Poemas", Premio Nacional de la Crítica (1992), "El Viaje", Ediciones Catapulta, Colombia, 2003, "Las Derrotas"  (2006). Sus poemas  y cuentos han aparecido en antologías publicadas en Cuba, España, Argentina, México, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, Austria, Italia y Estados Unidos. Reside en Colombia desde 1994, donde dirige un taller de escritura en la Casa de Poesía Silva.


                                "yo he sido una vez águila y moza y pez mudo
                                he visto caer los muros levantarse las aguas
                                en briosas mareas contra las míticas ciudades"


VIÉNDOLAS LLEGAR A LA UNIVERSIDAD   poesía de Alberto Ródriguez Tosca


 Cuántas de estas muchachas
amanecieron hoy en brazos de otro,
después de haber hecho el amor una
y otra vez en el largo delirio de la infancia
crecida. Cuántas reventaron de fiebre
esta mañana mientras yo convalecía de mí
y me abrazaba a mis sudores como un naúfrago
se abraza a un tronco para soñar con una orilla.
Con cuántas orillas y frutas y veranos soñaron
estas muchachas hoy al final de la ruda faena.

Yo las veo subir las escaleras de la Universidad
y se me parte el alma. ¡Cómo envidio a ese otro
que esta mañana deambuló en sus senos, se ahogó
en sus labios y murió en sus caderas ! Cuántas
de esas muchachas imaginan que en la ciudad
un hombre se muere por ellas y madruga sólo
para verlas subir y deletrear con letras ciegas
las habilidades de sus cuerpos desnudos
contoneándose al ritmo del tic tac de un reloj.

¡Si supieran esas muchachas lo que vaga ese hombre
al verlas pasar con el pelo aún mojado y la sonrisa
del placer todavía desarmándose en sus bocas! Si
lo supieran, dejarían de subir las escaleras y correrían
a comprar una cuerda para llegar a su balcón y sacarle
esa lágrima que corre sólo por ellas que amanecieron
hoy en brazos de otro haciendo el amor una y otra vez
en el largo delirio de la infancia crecida.-


CRÍA MUJERES

¡Ah mujeres hermosas no se hagan!
No es por gusto que les sangra el pico.
Se transforman en cuevas cuando pasan
y nos dejan sin ojos. ¡Ah malditas,
nuestros ojos no le hacían daño a su belleza!
Simplemente miraban. Huían de la noche
y en el camino ¡ah mujeres hermosas!
sus picos ávidos de sangre se abalanzaron
sobre el párpado y desde entonces nos persigue
el amarillo el sueño la locura la oscuridad.-


13

Un cuerpo que se resiste a seguir siendo un hábito, un
número, un movimiento más o menos previsto
y circular, es un cuerpo que sufre.
Señor, apiádate de ese cuerpo:
él no sabe ser sino un cuerpo. Camina, como los otros,
sobre la misma línea del gran ferrocarril, y no sabe cuándo
va a caer. Es un cuerpo, y los cuerpos nunca saben nada.

Éste se resiste a seguir siendo algo: una ficha, un límite,
un signo astrológico, una aventura parecida a la siguiente
aventura, y es un cuerpo que sufre. Es un cuerpo
interpretado por otros cuerpos: nunca fue un cuerpo por
primera vez. Su primera vez fue siempre de los ojos de
otros, y las primeras veces de los otros siempre huían al
verlo llegar. Señores: apiádense de ese cuerpo, que no
sabe ser sino un cuerpo que sufre.-


                                                   Alberto Rodríguez Tosca


Imágenes: pinturas del artista francés Maurice de Vlaminck  (París, 1876-1958)



   


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